Pavones

24 de julio del 2006.

Un grupo mediano de muchachos de clase acomodada salía hacia Cocal Amarillo, un pueblito cerca de Pavones, en Golfito.

La rutina hasta ese momento: Levantarse alrededor de las 5:30 a.m para ir en su mayoría en carro al colegio, a estar ahí hasta las 2:30 de la tarde y luego ir a la casa, ver tele, leer, mensajear, chatear, ir al cine, oír música en el iPod, jugar con el Gamecube o el Xbox… Y claro, se había suspendido el colegio por las semanas que ya llevaban de vacaciones.

El día comenzó temprano. Nos encontramos aproximadamente a las 6:30 con las maletas listas. Tiendas de campaña, sleeping bags, y demás chécheres que uno siente que le son indispensables.

Anécdota curiosa: Ahí en el colegio, sin haber salido, pasé junto a un arbusto seco y me cortó una línea larga en la pierna. Todavía tengo la cicatriz. ¿Presagio?

Nos montamos al bus preparados psicológicamente para el viaje largo. Buses de primera, claro está. Aire acondicionado, asientos reclinables, blah, blah… no pienso detenerme en las descripciones de lo que es afortunadamente cotidiano para muchos de nosotros.

Cerro de la muerte. Léase: Frío, gente y curvas. Por si la suma todavía no queda clara para aquellos que no me conocen tan bien: náuseas. Tuve que tomarme una pastilla que me llevó drogada una buena parte del camino.

Llegamos a un punto en el que los buses pararon. Vimos un río y nos dijeron que teníamos que cruzar en el ferry que lo pasaba. Era una especie de lata grande y herrumbrada, que unos cables llevaban hasta el otro extremo. Nos llevaba hasta donde nos esperaba un solo bus. Como decidí no extenderme con las descripciones, digo que la que le correspondería al bus diferiría de la del ferry sólo por los cables.

Primer asunto curioso en lo que iba a ser una semana totalmente distinta a las que conocíamos. No más lugar para llevar maletas debajo del bus. O bueno, tal vez soy mezquina. Sí lo había, pero se corría el riesgo de perder la maleta, o por otra parte, de adquirir un tétano. N o más aire acondicionado. No más asiento para cada uno. Nos fuimos todos como sardinas una vez en su lata, tambaleándonos en las curvas, el aire del bus pesado con el olor a gente hirviendo.

El camino desde hace un buen rato había dejado de ser de asfalto, y se volvía curvo y empinado conforme nos acercábamos. Por la ventana, eso sí, teníamos una vista del mar como pocas, que lo digan las fotos de Arabela.

Llegamos. El pueblo estaba esparcido a las orillas del camino. Unas cuantas casas, unos cuantos caballos, una pulpería pequeña. Nosotros nos quedábamos en la escuela. La escuela estaba compuesta por unos ranchitos oscuros y feos. Feos, punto. Detrás de la escuela, una plaza, y a un costado de la plaza, un área techada y una iglesia casi abandonada. Atrás, el mar.

Más tarde nos dijeron que nuestro trabajo ahí era pintar el salón comunal (el área techada), arreglar el techo de la iglesia y pintarla y pintar y limpiar lo que se pudiera de la escuela.

Claro, habría sido infinitamente más cómodo quedarse en San José haciendo todas esas cosas que uno hace en vacaciones, como dormir, y comer, y… dormir otra vez. Y creo que ya logré llegar a la razón por la que quise ir. Soy sincera, no me brotaron alas por la decisión, porque sabía que iba a pasar un buen rato con mis compañeros, pero hubo una razón importante que me decidió completamente: Nos ha tocado fácil. Muy fácil.

Nuestra obligación: estudiar. Y mucha gente se quejaba sólo por eso. Decían que era mucho, que estaban cansados. Sí, podía parecer bastante, pero veamos un poco más de cerca. Hay gente que por más que quiere, no puede estudiar. Y no porque no tenga la capacidad, sino sencillamente porque no tiene la oportunidad. Los chiquitos de esa escuela a la que íbamos tenían que caminar hasta horas para poder hacerlo, y se aferraban a esa oportunidad de estudio con uñas y dientes, incluso en sus aulas “feas”.

¿Nosotros qué? Sin saber nunca lo que es eso. Sin saber lo que es levantarnos a las 4:00 y trabajar sin parar, con suerte parar para comer (si hay comida). Dormirse para que el día siguiente sea lo mismo.

Por eso quise ir. Aunque sabía que nuestro trabajo no iba a ser tan duro como el de las personas que de verdad llevan ese ritmo para sobrevivir, quería saber lo que se sentía ese sacrificio de dejar las cobijas y la almohada que siempre llaman para ir a hacer algo más importante que nuestro sueño de un rato. Mucho más importante.

Y sí, todos los días a las 4:30. Bañarme con agua fría y estar listos para trabajar. Comenzamos por el salón comunal, pintarlo por dentro, barrerlo, pintar el techo. Al día siguiente, nos encargamos de la iglesia. Lijar las bancas, barnizarlas, barrerla, pintarla por dentro, cambiarle el techo y pintarlo. Al día siguiente, nos dedicamos a la escuela. Pintar vigas, clases, puertas, muros, demás.

Inolvidable que ese día conocimos la cucaracha más grande que jamás hayamos visto. Y es que bueno, no era una cucaracha normal, por mucho. O sea, me refiero a que era otra especie. No, la verdad ni sé qué digo, yo creo que el recuerdo del monstruito me revuelve la cabeza (y el estómago). Estoy bastante segura de que a Thais también.

Pero bueno, que no se lleven la impresión equivocada. No todo fue trabajo (All work and no play makes Jack a dull boy....). Primero, porque claro, siempre hubo quienes se quedaron al margen del trabajo so pretexto de una uña quebrada, o demás sufrimientos de niños lindos. Pero no me refería a esa clase de escape del trabajo. Después de esa experiencia, creo que, aunque sea muy adentro, siempre va a quedar un nexo entre todos los que estuvimos ahí. En la noche nos reuníamos a cantar, con la guitarra, a jugar naipes, a veces, a bailar, otras.

Nada más importante para la vida: al mal tiempo, buena cara. Muy mal tiempo y muy buena cara… Una tienda se inundó tanto que tuvieron que evacuarla, y del tal refugio nada más quedó un toldo extendido en la cuesta y Pito patinando encima. Poco a poco varios nos fuimos uniendo debajo de la lluvia, algunos ya hasta estaban en pijamas, y volvieron a la ropa mojada para poder ir a jugar… Jugar, qué cómico suena, pero sí eso era, jugar bajo la lluvia. Llenamos el toldo de jabón, y creo que no hace falta explicar el resto.

Incluso en medio del trabajo, don Luis Armando una vez nos llevó granizados, casi al medio día, cuando ya todo el mundo se moría por agua y sabían sagrados.

La iglesia cambió totalmente, y se llenó de música mientras la arreglábamos. De verdad me asombró cómo dimos lo mejor de nosotros incluso en algo tan distinto a lo que estamos acostumbrados. Todo se hizo bien, y se hizo rápido. Los del techo bajaron como con 3 kilos menos. (Pacheco, Rebe) Los de la iglesia bajaron rojos de pintura y de sol (Luis A, Mario). Muchos perdimos casi la mitad de la ropa que llevábamos en pintura y barniz… Otros perdieron lo que cuidaron todo el camino, ¿no, Dani?

En la tarde, nos íbamos después del trabajo al mar, a los ríos. Todo el lugar es precioso.

La noche del último día, hicimos una fogata y alrededor estuvimos cantando, estuvimos todos juntos, asperezas olvidadas entre los que las había. Todos teníamos nuestro lugar… Incluso Mariano, después de todo…

Recuerdo a Nacho y la tienda, con todo y hormigas… A Ingrid desatada con el pescado… A Angela peleándose con aquel muchacho… A mis fellow lijabancas… A Carlita P partiéndose el lomo con la pintura… A Chusy y la guitarra… A Marín con trencitas… El Meón… Recuerdo mi última caminata por el lugar, la paz que me trajo…

…Es que podría nada más ser un trabajo social voluntario… pero todos sabemos que fue más… Díganme sentimental, o todo lo que crean que aplique al caso, pero tuvo una satisfacción mayor que la que trae un simple “trabajo social”. La gente, cómo nos veía y cómo nos agradecía. La comida de las señoras era increíble…

28 de Julio del 2006

Regresamos. No sé cómo fue. Otra vez me mareé y casi saliendo me tuve que tomar la pastilla. Por más que quería, no podía despertarme. Intentaba e intentaba, y veía a Mario preocupadísimo a la par mía, pero no podía. Me quedé en ese limbo casi todo el camino, y los recuerdos que tengo son de la pura salida, en el bus latoso que nos llevaba hasta el ferry, el último vistazo al mar, irnos alejando poco a poco de aquel lugar donde, sea como sea, habíamos sido felices. Volvimos a nuestros buses enormes y cómodos y cada vez nos íbamos alejando más, más… Posiblemente para no volver…

Pido mis más sinceras disculpas por los sucesos que haya saltado, que discusión no les falta.

Benedetti

Lingüistas

Tras la cerrada ovación que puso término a la sesión plenaria del Congreso Internacional de Lingüística y Afines, la hermosa taquígrafa recogió sus lápices y papeles y se dirigió hacia la salida abriéndose paso entre un centenar de lingüistas, filólogos, semiólogos, críticos estructuralistas y desconstruccionistas, todos los cuales siguieron su garboso desplazamiento con una admiración rayana en la glosemática.

De pronto las diversas acuñaciones cerebrales adquirieron vigencia fónica:

-¡Qué sintagma!

-¡Qué polisemia!

-¡Qué significante!

-¡Qué diacronía!

-¡Qué exemplar ceterorum!

-¡Qué Zungenspitze!

-¡Qué morfema!

La hermosa taquígrafa desfiló impertérrita y adusta entre aquella selva de fonemas.
Sólo se la vio sonreír, halagada y tal vez vulnerable, cuando el joven ordenanza, antes de abrirle la puerta, murmuró casi en su oído: “Cosita Linda”.


El hombre que aprendió a ladrar

Lo cierto es que fueron años de arduo y pragmático aprendizaje, con lapsos de desaliento en los que estuvo a punto de desistir. Pero al fin triunfó la perseverancia y Raimundo aprendió a ladrar. No a imitar ladridos, como suelen hacer algunos chistosos que se creen tales, sino verdaderamente a ladrar. ¿Qué lo había impulsado a ese adiestramiento? Ante sus amigos se autoflagelaba con humor: “La verdad es que ladro por no llorar”. Sin embargo, la razón más valedera era su amor casi franciscano hacia sus hermanos perros. Amar es comunicación.


¿Cómo amar entonces sin comunicarse?

Para Raimundo fue un día de gloria cuando su ladrido fue por fin comprendido por Leo su hermano perro, y (algo más extraordinario aún) él comprendió el ladrido de Leo. A partir de ese día Raimundo y Leo se tendían, por lo general en los atardeceres, bajo la glorieta, y dialogaban sobre temas generales. A pesar de su amor por los hermanos perros, Raimundo nunca había imaginado que Leo tuviera una tan sagaz visión del mundo.

Por fin, una tarde se animó a preguntarle, en varios sobrios ladridos: “Dime, Leo, con toda franqueza: ¿qué opinas de mi forma de ladrar?”. La respuesta de Leo fue escueta y sincera: “Yo diría que lo haces bastante bien, pero tendrás que mejorar. Cuando ladras, todavía se te nota el acento humano”.


Su amor no era sencillo

Los detuvieron por atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y ella, agorafobia. Era sólo por eso que fornicaban en los umbrales.


Mario Benedetti

Etcétera

Homo Machina. ¿Hasta qué punto estamos acostumbrados a asumir la humanidad detrás de los aparatos? Ya no se necesita una cara porque están los terriblemente prácticos emoticones... Y tuve una de esas discusiones acaloradas vía messenger porque un amigo decidió que "me veía enojada"... ¡Que me veía enojada! ¿CÓMO SE PUEDE ASUMIR QUE ALGUIEN ESTÁ ENOJADO CUANDO NO LO VEMOS, CUANDO NI SIQUIERA LO OÍMOS? Y ven, porsiblemente para el lector inexperto que se considera un máster en el asunto esa frase la escribí estando enojada. ¿Cómo osan decirme que estoy enojada sólo porque una convención frecuente es que las mayúsculas se usan para enojo? Ah, no... el típico "bueno, pero no me grite." Entiéndanme. Se están comunicando con la máquina, no directamente conmigo. Es una especie de teléfono chocho mecánico. El mensaje llega, pero no necesariamente el que yo pretendía que llegara. Gimme a break! (Hagan click en el cómic para verlo entero...)

Cyanide and Happiness, a daily webcomic
Cyanide & Happiness @ Explosm.net

Sí, ¿buenas? Yo sé perfectamente que lo hiciste exclusivamente para ponerme celosa. Y como si fuera poco, además sé que sabés que funcionó. Pero como esta es una de esas cosas que nada más no se menciona, es nada más asunto de seguir poniendo cara de que no es cierto.

Morir para vivir. No further comments. Triste. Muy triste. Cierto. Nada más vean el cortito.



Lucem Aspicio. Matrícula Web en la UCR. A partir del 20 de julio del 2007, a las 2 p.m. 2:03 pm, aproximadamente: Primera vez que se cayó el sistema... Institución Benemérita de la Educación...
Camino al edificio de informática chillan las ratas. No se toman la molestia de recoger hojas. No barren. No pintan. No atienden bien. Toda la infraestructura apesta. Si Dios estornudara, Derecho se caería. La escuela de artes dramáticas es una puerta a la par de arquitectura. Nada funciona. La basura abunda...
Y se proponen establecer un sistema para matrícula web.
¡Si no tienen la capacidad par hacerlo, nada más no lo hagan!
¿Pero qué es lo que pasa aquí? Estoy segura de que no se me olvidó mencionar lo de institución benemérita de la educación. Ahora, traduzcamos esa frase:
Somos una universidad estatal, lo que quiere decir que ustedes no pagan ni la mitad de lo que pagarían en una universidad privada. Les damos las herramientas para el sustento de todas sus vidas casi de gratis, pinches mantenidos. Por la plata que gastamos en ustedes, las calles están malas. Nosotros los atendemos sólo porque nos pagan por hacerlo. Y nos pagan mal, así que no tenemos por qué atenderlos bien. Así que no tengan el descaro de venir a pedirnos eficiencia... o limpieza... o amabilidad... es más: NO NOS PIDAN NADA.

La vuelta a la tortilla. No sé si será por ese placer de llevarle la contraria a la gente que se sulfura o sencillamente porque sí calaste en mí. Porque de un momento a otro (no sé desde cuándo) me he descubierto defendiendo a capa y espada esos ideales que yo misma tildé de absurdos.

En el Mar la Vida es más sabrosa. Mañana me voy a la playa, en una misión similar a la que llevé cuando me fui a Osa. Quiero escapar de todo y de todos. Quiero escapar, a la larga, de mí misma. No vuelvo hasta agosto. A todos aquellos que lean esto: Ni me llamen, que no estoy para nadie. No es nada personal, pero creo que es necesario... Me pueden dejar mensajes... :P

Nadie me quita lo baila'o. No sé cómo hago. El punto es que siempre salgo bien librada de una forma o de otra. Aún cuando em vi al borde, de alguna manera salí a flote. Y aquí estoy, sea como sea invicta... Lista para otro round... y todavía preguntándome cómo pasó... nada más lo agradezco profundamente... A veces hasta me apetece hacerme religiosa. No puede haber otra explicación que un profundo cariño que me haya tomado algún ser sobrenatural.

Cambio y fuera. Bienvenido Agosto.

Justo y Necesario!



¡ÉXITO!

The Dangling Conversation

Its a still life water color,

Of a now late afternoon,

As the sun shines through the curtained lace

And shadows wash the room.

And we sit and drink our coffee,

Couched in our indifference

Like shells upon the shore.

You can hear the ocean roar

In the dangling conversation

And the superficial sighs,

Are the borders of our lives.



And you read your Emily Dickinson,

And I my Robert Frost,

And we note our place with bookmarkers

That measure what we've lost.

Like a poem poorly written,

We are verses out of rhythm,

Couplets out of rhyme,

In syncopated time.

Lost in the dangling conversation,

And the superficial sighs

Are the borders of our lives.



Yes, we speak of things that matter,

With words that must be said.

Can analysis be worthwhile?

Is the theater really dead?

And how the room is softly faded,

And I only kiss your shadow,

I cannot feel your hand.

Youre a stranger now unto me,

Lost in the dangling conversation.

And the superficial sighs,

In the borders of our lives.

Pride and Joy


...Doesn't always suck to be me.

Posdata

Feo decirlo por ser quien es, pero
qué bien que besa.

Sobre Amar

Hoy me apetece sencillamente incluir uno de mis poemas favoritos... Por tantas y tantas razones...

Sobre Amar

Hay tantos que adjetivan las palabras
hasta el cansancio
para expresar lo que sienten

Yo encuentro que,
aún con todos los adjetivos imaginables
ninguna es suficiente para mí

Por eso
sólo callo
y te miro


...And I bet you stared.

Mem'ries

Remorse...

Porque sí, suelen perseguirme esos recuerdos que vienen de noche por los que me muerdo los labios y me doy la vuelta como intentando darles la espalda. Y me bato entre el remordimiento de todo aquello que hoy cambiaría gustosa. De hecho a veces me he sorprendido a mí misma "planteándome un final alternativo" que lo haga todo peor, que suavice el recuerdo, como algún paliativo de que las cosas salieron ligeramente mejor...

Lo bueno es que esos recuerdos casi siempre se van una vez que me he dormido, y ahí me encierro en un mundo no menos horrible (¿puede haber algo más terrible que mis sueños?), pero se borra todo lo que vino a perseguirme antes.

Y claro que venís a mí, y todos esos recuerdos abominables de mi mala intención, de mi venganza y de mi rencor. Recuerdo cómo te torturé a propósito, cómo en aquel horrible momento mi meta máxima era hacerte sufrir tanto como me había hecho sufrir a mí, o más.

Recuerdo la frialdad, tanto cuando era parte del equivalente al "guión mental" como cuando... no, la verdad que todavía no le encuentro razón.

Recuerdo, por otra parte, tu sentido de lo que era correcto y de procurar seguir ese camino aún con tus principios laxos. Y claro, me remito inmediatamente a mis constantes desviaciones, a saber lo correcto y convencerme por medio de alguna autozancadilla que era imposible seguirlo.

Recuerdo aquella semana en la que se conjugaron todos mis miedos, mis errores, mis casualidades trágicas que llevan a un fin nefasto, los hechos malinterpretados, y demás. Porque si me persigue todo aquello que hice, imaginá cuánto me persigue todo aquello que no te di, lo que dejé pasar, y que, claro, ahora es lo que más me mantiene despierta, y de éstos ni los sueños me rescatan.

"Tuvimos que pagar caro por ese momento". Sí, pero te lo digo de todo corazón, que para mí fue sagrado. Lo hilarante del asunto es que no importa que para mí fuera sagrado, porque de no haber sido por mí, prefectamente todos los anteriores también pudieron haberlo sido.

Sí, a veces me entra esa amargura de lo perdido, y no necesariamente de lo perdido desde estos meses, sino lo que perdí pudiendo tenerlo. Todas esas veces que dije que no... Las veces que no te di la mano, y que todavía no sé bien por qué... El haberte hecho resignarte a que así era yo...

¡Haber tenido que resignarte! ¡Conmigo! Dios santo, ¿qué hice?

...Por aquella única noche que casi por casualidad tuvimos, que la pasamos casi lloviendo en el zacate, en una pelea tan fácil de evitar. Y después me acompañaste todo el camino para que no estuviera sola. ¿Ves a lo que me refiero? A veces me da miedo pensar que en tu lugar tal vez te hubiera dejado solo...

...Por las veces que no te puse de primero ante todos los demás que poco a poco me han probado que jamás me debieron haber siquiera importado...

...Por la paciencia franciscana que sé que jamás podría tener y que yo nunca necesité...

...Por todas las veces que tuve que pedir perdón, porque estoy segura de que no merecías ninguna de las acciones...

Y escribo esto porque necesito sacarlo de mí, porque de verdad me corroe saberlo y dejarlo ahí a que se fermente. Lo escribo, aunque es un dolor casi físico el que siento al hacerlo, porque sea como sea es más fácil sangrar en letras.

Y lo publico. Lo publico porque, ya sea con vos o con quien sea, no quiero que se repita, y quiero que esté en las manos de cualquier persona blandir este dolor que siento ahora mismo contra mí, con tal de que no tropiece con la misma piedra dos veces.

¿Sabés? Te pediría perdón, pero sé que lo he hecho miles de veces, y el pedir perdón siempre me ha dejado ese mal sabor de que no cambia nada; nada arregla. Me parece que la única forma válida de pedir perdón es el cambio.

Me encantaría pedirte ese perdón en persona...

Olvidar a.k.a Open All Night



Es increíble. Estoy demasiado cansada. No sé cómo me mantengo en pie, la verdad. Lo peor de todo es que sé que voy a pasar toda la noche en vela, enferma y demás. Si a alguien le apetece convalecer por unos 20 días, yo muy amablemente lo contagio. Just say the word, and I'm there.

Me caigo. (Look out, look out, pink elephants on parade!)

Nada más voy a incluir una canción que, pues, bueno, festival de recuerdos...


Hoy siento frío
Por lo largo de estos días,
Por lo ancho del camino
Que he perdido y que no sé,
Por las horas que no he visto,
Por tu ausencia y por la mía,
Por la lluvia de este octubre,
Por el frío que le cobija entre los suspiros
que el viento se ha llevado con mi fe.

Tu distancia es el naufragio
Que abatió sobre mi vida
Las auroras más cansadas,
las más tristes despedidas,
Las noches más solitarias de que tuviera razón,
Y aunque clamo a la cordura a que me libre de estas ansias
Soy victima del impulso de mi propio corazón.

Ay, si te contara yo de penas y razones
Por las que de lejanías se han cargado mis canciones
Pero que lo cuente el tiempo, porque hoy te hago esta promesa, amor.
Voy a olvidarte con todas sus consecuencias,
Y a librar este pasado que no dejo de arrastrar.

Voy a olvidarme de tu nombre
Aunque sea lo ultimo que haga,
Aunque sea la última cosa que me esconda a lontananza,
Y ojalá que en mi camino no me abrume la añoranza,
porque aunque muera de pena voy a olvidarme de ti.

Y que me atrape la noche, y que me lleven las tormentas
Si le vuelvo a dar motivo al sentido que te recuerda,
Te repite y te repite y vuelve a hacer pronunciación
De ese tu nombre, de luz que ardía en la habitación,
Cómo me amabas, cómo me necesitabas, ¿cómo fue que se fue todo?
De repente una mañana desperté lejos de ti y de todo lo que fuera yo.

Voy a olvidar cada noche andada al filo de tu calle,
A la luz de esos faroles que jamás debieron ser
La luz que guiara mis pasos al compás de los recuerdos,
Que me enardecen la sangre y hacen entre fiebre y vuelos
Un fuego en el que arde mi alma cuando sueña con tu piel.

Si un día te dije que a mis manos no se olvida la caricia de tus manos,
Tu mirada encendida, voy a olvidarte de veras.
Voy olvida que te olvida, voy a derrumbar mis sueños, a diseminar las ruinas,
A liberarte y dejar que nada haya en tu lugar,
Porque si así no lo hiciera, si comienzo a recordar
con la luz de tu milagro, no podría volver a amar...

Olvidar, Fernando Delgadillo.
Tiene razón Martín, jaja, que nadie me pregunte quién es, porque le pego.

Recuerdos de mi tierna infancia...

La Cruz En Los Pechos


Podría llenar toda esta entrada de todos esos detalles jugosos, y demás datos curiosos, pero no. Sería muy fácil para ustedes enterarse de todo lo que yo les quiero contar, y además estoy tratando de minimizar los recuerdos materiales que me queden de esa obra. Me gustó mucho, y tuvo muchísimas cosas inolvidables, y es precisamente por eso que no voy a documentar ninguna. No tengo ni una sola foto. Sencillamente sé que no las voy a olvidar, y para todos aquellos que estén interesados en saber de ella, saben que siempre pueden preguntarme.

¡Mierda, mierda, mierda!