Théâtre de l'absurde


Hablando de perros...

"Le théâtre de l'absurde est un terme formulé par l'écrivain et critique Martin Esslin pour désigner une direction théâtrale importante du XXe siècle (Plus précisément de la 2e moitié du XXéme siècle, l’après seconde Guerre mondiale).

Ionesco , Adamov, Beckett , Gener voir Pinter sont parmis les auteurs de ces oeuvres qui ont bouleversé les conventions du genre. La particularité de Ionesco et Beckett est qu'ils exposèrent une philosophie dans un language lui-même absurde qui reduit les pesonnages au rang de pantins , détruit entre eux toutes possibilités de communication , ôte toute cohérence a l'intrigue et toute logique aux propos tenus sur scène .

L'absurdité des situations mais également la déstructuration du langage lui-même ont fait de ce style théâtral un mouvement dramatique à part entière. Ce type de théâtre montre une existence dénuée de signification et met en scène la déraison du monde dans laquelle l'humanité se perd."


...Sólo por si las dudas.

Mi perro tiene una vejiga débil que se une con una mala tendencia, la de orinarse en mi cama cada vez que mi perra castrada se asoma por la ventana de mi cuarto invadiéndole el territorio. Ergo, mi cuarto huele a jaula de mono.

Pues bueno, as usual, lo asumo con paciencia franciscana. Hasta hoy. Hoy me harté del asunto cuando salí del baño y lo encontré en pleno acto.

Sé lo temperamental que es, así que fui suave. Nada más nos quedamos a la par de la obra maestra y le pregunté que qué era eso. (Tranquilos, estoy consciente de que no me iba a responder.) El punto es que nada más le cambié un poco el tono, fui ligeramente más dura, y con eso le bastó para ir a consumirse debajo de la cama de mis papás con un berrinche épico.

Sí, lo admito, estaba bastante enojada de que siempre tengo que cambiar de edredón, secar el piso, demás, pero tampoco fue nada grave.

Mi mamá llegó a mi cuarto y me preguntó por Tigre. Le dije que no sabía adónde estaba, que nos habíamos peleado por las orinadas en mi cuarto, y fue mi mamá la que se consumió debajo de la cama para que Tigre saliera.

-Tiguito, salga, divino... Tigue... Salga, riquísimo... -y sale el perro- ¡Aaaay, pobrecito! -a mí- ¿no ves que él nada más lo hace por instinto, que él no entiende? A él lo lastima mucho que uno lo regañe, se deprime...

...Y el perro revolcándose por el suelo patas para arriba con cara de ternero degollado y el rabo entre las patas...

-¿No ves cómo lo tenés? Ni lo quiere ver a uno a los ojos... Hablale, mirá cómo te ve... Está súper deprimido... -al perro- ¿Quiere galletita, riquísimo? ¿No? ¿No quiere? -le da un beso- Ay, orínese adonde quiera, pobrecito, usted sabe que esta casa es suya... - a mí- No lo regañés así, pobrecito, ya ni quiere entrar a tu cuarto. Imaginate, que a vos te regañaran así...

Pude haber respondido tantas cosas a que mi mamá me dijera eso, pero en fin... Me reí un poco, como tomando en broma todo el asunto del perro sentimental...

-Venga, guapo, vamos... Conmigo nadie lo regaña -casi cantadito- Suba, yico, suba...

Y se encarama el perro en mi cama. No importa, suele pasar, pero dadas las circunstancias de ahora, y tomando en cuenta que se arrollaba en mi mamá y me hacía ojos de satisfacción, no me simpatizaba demasiado. Nada más me quedé al lado de la cama viéndolo limpiarse los bigotes en mi oso.

-¡Ay, Carla! ¡No le hagás esa cara de enojo, que él lo siente! ¡Vení a hacerle cariño, de verdad está muy resentido!

Pues qué remedio, le hago cariño al perro.

-Decile que te dé un beso, si te lo da, es que ya te perdonó.

Sí, así funciona mi perro, yo sé... Pero no quería ser yo la que bajara las orejas ante ni más ni menos que mi perro...

-Ay, no, no le voy a dar un beso. ¡Él fue el que se orinó en mi cama!

...Pero ante esos ojos, si me hubiera dicho "dormí vos afuera", yo creo que es mejor hacerlo... Está bien, le voy a dar al perro un beso en el cachete, y me voy acercando y me vuelve la cara...

-¿Ves? Hacele cariño... ¿Qué habrías hecho vos si él hubiera sido el perro que se murió? ¿Qué estarías haciendo ahora?

-Pensando que por dicha hay un zaguate menos.

-¡No digás eso! Hacele cariño en el lomito, a ver...

Pues se le hace cariño en el lomito, no estoy para pleitos... El perro sigue haciéndose la reverenda víctima del asunto. Pasa el rato y me dicen que le dé el beso. Como el gran marqués que es, y como una gran concesión, se vuelve y me da sendo chupetazo en el cachete.

Aleluya, aleluya, ya me perdonó.

Se quedó un rato en mi oso, y luego se aburrió y se fue con mi mamá.

Cerré en la puerta y me recosté en mi cama ya tranquila porque ya Tigre me había perdonado.

De hecho me tomó un momento percatarme de que acababa de disculparme con mi perro porque él se había orinado en mi cama.

Fue entonces cuando, rememorando, me di cuenta de que, de no ser por la imposibilidad física, juraría que cuando se fue con mi mamá se volvió sólo para sacarme el dedo.

... Y no lo supe transmitir, pero ah trama, que se la habría deseado cualquier dramaturgo de los 50s con tendencia a la farsa.

Nota: Esto lo escribo a la luz de todo el contexto del teatro del absurdo y de que esos pleitos son frecuentes con mi perro. Aclaro que en ningún momento significan enemistad persistente, o que haya dicho en serio lo del zaguate menos, o así... Y sé que no me sacaría un dedo, de verdad somos buenos amigos... Ya casi me acostumbro a que se orine ahí.

Nota 2: No, contrario a lo que se podría pensar por la entrada y por la nota anterior, no somos una tropa de locos, sencillamente tenemos una fibra suave que nos percuten los animales porque además de hecho somos franciscanos.

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