Lo juro que todavía me veo caminando por el hospital, bajando las gradas. Yo iba adelante, con uniforme. Iba pasando la gente y se me quedaba viendo. Seguro creían que se me acababa de morir alguien querido, o así, pobres tontos...
La pura y llana verdad es que lloraba de rabia por haber tenido que dejar mi orgullo de lado así como así... Y pensándolo bien no era sólo mi orgullo, en la canasta iban también mi dignidad y una buena parte de mi interés por que la gente viva o muera...
Creo que fue justamente en ese momento donde me hice todavía más fría, donde me comenzó a dar asco una buena parte de la humanidad... Eso fue lo que hizo, me hizo un poco menos humana...
Supongo que por lo menos, como byproduct, me hizo fuerte... ¿Cuál es la definición de fuerte?
Todo esto viene a que ayer pasé por el lugar, y veo los árboles, y todo, y vi la puerta por la que salí... Todavía me enferma un poco, después de todos estos años...
Y toda la noche que pasé ahí... No de muy buena gana, lo confieso, pero ahí al fin y al cabo... Muchas veces lo que importa no es tanto la intención... De buenas intenciones está lleno el infierno. Hacer las cosas es lo que de verdad importa. Y estuve.
No, ya se enfrió el odio de esos tiempos... Ya va siendo más indiferencia... Como lo dije, la que se enfrió fui yo...
Y lo pagó quien no debió haberlo pagado.
Innominada 2
Publicadas por Carla a la/s 8:01 a. m. Etiquetas: Bitter, Recuerdos, Trauma, Vida en General
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