Mambrú

Mambrú decidió un día irse a la guerra, con el consecuente maltrato animal que esto traería más tarde, sin tomar en cuenta qué dolor qué dolor y qué pena... Y claro, no se sabe si volverá...

Y como qué dolor qué dolor qué pena, llega el momento en que la poética mezclada con la retórica con el formalismo ruso en una clase cerrada por tres horas tiene que llevarlo a uno a parir algún delirio, ¿no?

La parí como los grandes, como los dioses, estornudé y ahí estaba (que lo diga Ingrid). Se llama Magenta. Y Magenta no es cualquier cosa, como me lo hizo saber pronto... Tiene su forma peculiar de ver las cosas, y crece rápido.

Como sea, Magenta se estará manifestando via este blog pronto... Básicamente estaré transcribiendo partes de su profunda terapia para trastornos de personalidad que le recomendó una bruja matemática gorda.

Soy sólo una testigo imparcial de los hechos en los que no tengo parte, por lo que me cuidaré de dejar claro cuáles son las partes en las que hablo de la vida de Magenta, y las podrán identificar con justamente el color que le da nombre.

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