Les remito la primera sesión de Magenta con el Doctor que mantendré en el anonimato.
Doctor, ¿es parte de la terapia estar incómodo? No quepo acostada aquí… Bueno, ya. ¿Están escribiendo esto? Perfecto.
Bueno, buenos días. ¿Qué quiere que le cuente? Uy, la verdad no quiero hablar de mi infancia… ¿Es parte de la terapia? Es que de todas formas yo creo que no la necesitamos, que tenemos muy claro quiénes somos. ¿Quiénes somos “nosotras”? ¡Pues yo y mi otro yo! No, no, doctor, lo estoy molestando, claro está…
Es que ese es mi punto. Yo sé perfectamente quién soy. No me encuentro nada malo. Mire que hasta mi humor está intacto… Bueno, mi infancia. Se puede resumir en una palabra: feliz. Yo era una peque normal de esas sin amigos y que corría con tijeras… Está bueno, ya dejo de molestar…
La pura verdad es que no me acuerdo de mi infancia. Nada, nones, nadita. Pareciera que nada más aparecí… ¡No, ahora no lo estoy molestando! Le juro que nada más sé muy por encima quién soy, pero estoy en proceso de hacerme alguien… No, de verdad no sé nada… Palabra de quien sea. No, eso sí lo sé: Me llamo Magenta.
No tienen que entenderlo; no tienen que disfrutarlo. Esa es una de esas historias largas que no contaré...
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