C'est la vie...

En esta entrada, everything goes.

Juro que jamás había estado así de estresada, que en ningún lugar encuentro algo que sea al menos parecido al descanso. Estoy cansadísima y todo se me viene encima, y habría sido algo fácilmente reparable, pero ya es un toque tarde, ¿no? Así que a ponerle bonito, y en el peor de los casos, como dice mi amigo, "pasa en las mejores familias"...

Sí, mea culpa. Quedó tallado en la palmera para la posteridad, en la que veo todos los días. Sí, me trajo un par de sonrisas de vez en cuando, alguna paz del momento al pensar que en la de menos podía funcionar. Cada vez que se talla algo en esa palmera, al inicio nada más queda más claro, y conforme va cicatrizando queda una especie de relieve. Un día me salí de mis casillas. Vi la palmera y necesariamente la odié. Me acerqué y vi las cicatrices. Clarísimas. Mejor no lo pudimos haber tallado. O sea, made in heaven. Y eso me enojó todavía más. Con una piedra raspé todo lo que pude. Presto. No me tomó demasiado darme cuenta del error. Y lo fui comprobando día a día. Nada más hice una cicatriz más grande, en la que de paso todavía puedo ver la anterior. Ahora, cada vez que paso por la palmera ya no veo mi -aunque ya pasado- acierto. Nada más veo mi error... constante. Y qué simbólico ¿no? Odio esas analogías con las que uno nada más se tropieza una y otra vez... Habría sido menos traumático, menos grande, y menos notorio nada más dejar las cosas como estaban y cifrar las esperanzas en que algún día sanaran...

El correo. 391. Y todavía recuerdo cuando no alcanzaba buzón. Siempre me trae un sentido de felicidad... Pero es que antes era un lugar claro, y tenía ventanas por todo el pasillo, y siempre las limpiaban. En cambio ahora nunca levantan las cortinas de hierro, y chorreadas por el vidrio se ven las cuitas de las palomas. Las palomas. No entiendo por qué sólo aquí no podemos lidiar con palomas, con lo bonitas que se ven... Y en todo lado las manejan...

Recuerdo cuando comprábamos las bolsitas de maíz en el parque y les dábamos de comer. Desde pequeña me agarraba con quien fuera que se metiera con las palomas. Tan indefensas... Tan tontas, la verdad. Pero nobles. Y se acercan a la mano pegando brinquitos hacia adelante. Eso sí, me gustaba más comprar el maíz en el molino, porque era más, y más barato. El Molino. Al inicio el kilo de maíz costaba ¢50, luego ¢100, creo que ahora puede andar por los ¢300... Sí, ya no sé cuánto cuesta, y asumo que es uno de los síntomas de crecer... Autocondenarse a no tener tiempo para hacer lo que más nos gustaba hacer cuando pequeños. Porque yo paso todos los días frente al parque, a los 50 metros -cuando mucho- del molino, y nunca -de lo que se llama nunca- me he tomado la molestia de parar un momento. Pero no es sólo culpa mía. No tiene la misma gracia pasar sola. Pero volvemos a lo que sí es mi culpa. Hoy por ejemplo, sí pasé con mi abuelito, y no me tomé el tiempito de pasar por el parque de Guadalupe. Guadalupe. Hoy noté que muchos de mis momentos más felices fueron en Guadalupe. Rarísimo, me parece. Y todos son de cuando pequeña... ¿En qué momento comencé a morirme?

Hmm, ahora que pregunto eso. ¿El antónimo de la muerte es nacer? Porque en ese caso sería contradictorio nacer muerto... O sea, no se puede estar de pie y sentado. Es imposible ejecutar todas las posibilidades en un mismo momento. O sea, si se puede nacer muerto, el momento en que comienza la vida es anterior, o sea, la concepción. O sea, wow, el aborto es efectivamente un homicidio, lingüísticamente hablando... Y no me voy a meter a discutir el aborto... nada más sepan que cuando voy en el bus viendo por la ventan y oyendo música con cara de pensamientos profundos, posiblemente nada más sea algún laberinto lingüístico interno de este tipo...

¿Que a qué me refiero cuando digo "el otro vos"? Pues al mío, por supuesto. Pero lo cómico del sueño es que soñé que regresabas, y que claro, no éramos nada, pero que el que había vuelto era el mío -el muerto y sepultado, jaja-. Y andábamos con la jacket, en el cole. Toda la generación... Era como que invadíamos el cole cuando ya todos los que sí debían estar ahí ya se habían ido. Recuerdo que estaba Ruilova, estaba Pito, Dylana, Nela, obviamente Fray Víctor... (Preguntame por qué estaba Ruilova...) En fin, y sabíamos que ya no teníamos que estar ahí... Y nosotros andábamos juntos... Y a mí me veían con cara de "pobre criatura, qué engañada"... Y yo pretendía que no me importaba... Pero era el otro vos... Y fue cómico, como hablar con un muerto cuando uno está dormido, que se despierta contentísimo porque otra vez está vivo y luego se despierta y no se puede dormir porque no es cierto...

Stress, stress, stress... Y sí, ya que es un anglicismo, we might as well use it correctly,jaja... Me estoy volviendo ligeramente loca... Y estoy escribiendo como degenerada nada más para ingorar todo lo demás... Pero no tiene caso, porque al fondo sigo oyendo el reloj, y son las 11:09 tic tic tic tic tic tic... Listo. De hecho ahora son las 11:10... y sé que me tengo que ir a las 11:30.

Los miércoles siempre han tenido un aura de que hasta ese punto las cosas todavía se pueden arreglar para la semana... Ese feeling de estar justo en el medio, de que todavía no es demasiado tarde. La semana puede venir mal que si se tiene un buen miércoles todo mejora... Pero si el miércoles resulta siendo mier... (sin el 'coles'), ya la semana se puede dar por muerta. El semestre pasado tenía teatro los miércoles. O sea, ¿cómo iba a haber miércoles malo? Pero este semestre se ha halado cada miércoles... (sin el 'coles', jaja)... Y es que además las semanas se van volando... antes de darme cuenta de que ya es miércoles, es miércoles... pero el próximo. Y siento que las semanas no pasan sino que se me escapan...

Y qué RAJADO qué mal me cae la gente que dice las cosas como por caer re-bien y después uno se da cuenta precisamente de que nada más lo hicieron por eso y que después son pura paja y entonces caen pésimo. La diplomacia necesita su control. Hay abominaciones que necesitan ser dichas y chucherías que no deben decirse.

Porque además descubrí que hay dos tipos de pleitos. Hay cierto tipo de batalla que vela por un bien mayor, de los que no debemos escaparnos... Siempre hay que procurar luchar y ganar... Pero! Hay otro tipo de batalla que muchas veces confundimos, que son ese tipo de peleas por algo totalmente sin importancia... de las que me mantengo al margen. O sea, las peleas que no valen la pena... No me van a ver embarrada en una discusión por ese tipo de cosas súper trasendentes para el futuro de la humanidad como el TLC, cosas por el estilo... Las comentaré alguna vez, pero no vale la pena... Y que me digan lo que quieran, que no es con palabras que ocupo defenderme. Y esto no era necesariamente lo que quería decir... pero se va haciendo más y más tarde... Y en esta entrada como en todo: Atrás, ni para agarrar impulso... Jaja, y no tanto en la vida como en esta entrada... Jaja... está taan loca...

Yo creo que la única entrada que había escrito a este ritmo era la de la hiperactividad... (wonder why...) Y curioso, ya varias veces me han preguntado cuál es la gracia de llevar una agenda, de abrir un blog... Pues no sé, es como el appeal de una memoria accesoria, de perpetuarse en algún lado, no me pregunten... Son tantas cosas que creo que a la larga no puedo definir... Pero de fijo me encanta tener una especie de pensieve adonde puedo repasar esos detalles que una vez noté y que ya no recuerdo... Y saber que cuando relea esta entrada otra vez voy a recordar todo el castañeteo de dientes, el temblor en las manos, el no poder parar, no poder quedarme quieta, saber que no quiero hacer el intento hasta, hasta...

Hasta que uno nada más sabe que tiene que parar.

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