Enumeraciones

Esta entrada viene a nacer muerta por las cosas que me hicieron escribirla.

Ordené mi biblioteca, he ido sacando poco a poco todos esos libros de cuando era pequeña, de la escuela, y demás, y ha ido creciendo y transformándose en algo de lo que de verdad me siento orgullosa. Menciono, además, que no tengo que comprar libros en un buen tiempo. No me dejen.

Bueno, mis libros siempre tienen los lomos alineados, por lo que atrás queda un espacio. Ese espacio hoy estaba lleno de los artefactos más inesperados. Me encontré -sin mentir- una nariz de payaso, una tira de tela negra de unos dos metros, un retrato que me costó 30 euros, partes de una baraja de cartas, pastillas para todos los males habidos y por haber, una carta de amor que me escribieran algún día, un escrito mío impreso en papel anaranjado y todo roto, una rosa artificial, un disco que desde hace años daba por perdido... En fin, podría seguir para siempre.

...Pero noté algo curiosísimo. La tinta de la carta estaba corrida. Ni hace falta mencionar, espero, que mis libros están a salvo de cualquier fuente de agua... O sea, eso que corría la tinta, evidentemente tenía que ser que yo lloré sobre esa carta.

Me puse a recordar de cuándo era, y por la fecha y el contexto no entiendo por qué pude haber estado llorando sobre ella, cuando recuerdo ese momento como uno particularmente feliz...

Nada más no sé cómo volvería a verles la cara... No veo cómo no hacerlo, más bien... Me percaté de que hay un libro que nunca he abierto que ahora busca dueño en una gaveta, de que no podría reclamar mi moneda de 1889, o más de que no querría, me percaté de la palmera, del poyo, de que después de todo no me pasé de casa, y me percaté de que, de acuerdo con lo que vi en la carta, es oficial que ya no tengo más lágrimas que derramar al respecto.

Cambio súbito.

Sí es cierto, las manos podrán no ser como mis manos adoradas, que parecían de modelo de relojes. Jaja, qué manos... Hmmm, mejor ni lo pienso, que podría volver a irme de cabeza.

Nah, las manos de él también son grandes. Para variar, las estuve viendo con detenimiento. Tiene cicatrices en la mano izquierda, y aunque sea raro, no me disgustaron desde el principio, como suele pasar cuando veo manos así... Me gustaron bastante.

Ah, y como si fuera poco, no es mío. Jajajaja, ¿Alguien más quiere una Ironía en las rocas?

Y sí, esta entrada está sólo hecha de enumeraciones. Si los perdí en algún punto de todo, sépase que ese era el objetivo.

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