Classical Conditioning

Estábamos hablando en una terraza cuando cayó un rayo que iluminó todo y lo siguió un trueno como de 20 segundos. Ella se sobresaltó bastante, y comenzó con esta historia.

"Ay, no, es como en mi casa. Por dicha a mí ya no me dan miedo esas cosas, pero cuando yo estaba chiquitilla, apenas comenzaba a tronar, mi abuela se iba a traer palma bendita y comenzaba a echarla en el fuego. Mi abuela siempre fue una mujer muy fuerte, pero pobrecita, cuando temblaba o cuando había tormenta se ponía nerviosísima y a correr de un lado a otro. Apenas yo veía que traía la palma, yo me le acercaba y le preguntaba para qué era, y ella me decía que era para pedirle a Dios que la cosa pasara rápido. Comenzaba a gritar por toda la casa '¡Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal!', y yo me le metía entre las enaguas y me ponía a llorar.

Cuando temblaba de noche, papá nos enrollaba a todos en una cobija y nos sacaba al patio. Abuela siempre era la primera en salir. A mamá no le daban miedo esas cosas, y decía que más bien nos iban a hacer locos con eso. Una vez comenzó a temblar y todos salimos. Se pusieron a gritar hasta que todo pasó, y una vez que ya íbamos a volver a la casa, nos dimos cuenta de que Abuela no estaba. Papá estaba preocupadísimo, y nos mandó a todos a buscarla. Al salir nadie pensó que no hubiera salido, porque más bien nos íbamos detrás de ella, que salía como trompada de loco para que no le cayera la casa encima. El caso es que no aparecía y no aparecía, hasta que nos la encontramos tirada en un zaguán.

Se había ido de primera pero se había tropezado con una tabla y se había caído. Cuando todos salimos, no nos dimos cuenta de que estaba ahí por el barullo que se armaba. Dice que ella nos llamaba y nos llamaba para que la ayudáramos pero que nadie la oía. Parece que hasta le pasamos todos por una pierna, y ella tan activa después se tuvo que quedar como ocho días con la pierna tiesa tiesa en una silla y sin poder hacer nada.

Nos decía mamá '¿ve? por andar con esas loqueras, les pasa.'

Y no crea, la verdad que sí eran loqueras, porque un día me mandaron a quedarme a dormir a la casa de madrina. Era una casa con un segundo piso, pero de esos segundos pisos de antes, que eran las gradas altísimas que llegaban a un descanso y luego llegaban por allá a lo alto. A mí siempre me dio horror ese alto, y en la casa de ella todos los días rezaban el trisagio ahí. A mí nunca me ha gustado rezar, y yo me quedaba ahí sentada, viendo para todo lado, hasta que mi madrina, que era un señora muy gorda y muy expresiva comenzó a darse por el pecho y a gritar '¡Santo Dios!'...

Ni para qué lo hizo... Yo siempre bajaba las gradas sentada, del miedo que me daba, pero ese día tuvieron que irme a agarrar ya por el comedor, donde yo bajé las gradas creyendo que era un temblor. Yo no paraba de llorar, estaba en un puro temblor. Bajó mi madrina, y todos los que estaban rezando, a ver qué me había pasado, que me había ido así. Yo les decía que es que yo creía que estaba temblando, y mi madrina trataba de explicarme que ahí cuando rezaban decían 'Santo Dios', y otra vez comenzaba a darse por el pecho para explicarme, y entre más lo hacía, más lloraba yo porque creía que ya estaba temblando.

No sé ni cómo, pero lograron llevarme arriba, y yo todavía lloraba. Al rato, quién sabe por qué, llegó papá. Qué vergüenza para madrina que llegara y que me encontrara llorando. Yo nada más le decía que era que iba temblar, y al final lloré tanto que terminé durmiendo en mi casa."

Cambiando de tema:

Éxito, llegué viva. Por un momento todo se puso oscuro y horrible, pero heme aquí contando el cuento... Ya pueden disponer del sábado, ya no tienen que ir a mi entierro.

De verdad, qué horrible, me estaba congelando, y me sentía súper débil, como que en cualquier momento me iba a caer... Me mareaba, y me dolía la cabeza...

En fin, gracias a todos aquellos que se preocuparon por mi deplorable condición, jeje...

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