Nuevo Aviso

Contra todos los pronósticos, Carla se re-encontró a sí misma. Fue a la vez fácil y difícil. Pero se logró.

Llevaba mucho tiempo sin recordar mis sueños, pero hay algunos que nada más no pueden ser olvidados. Esta vez, por dicha, estoy completamente segura de que fue un sueño, aunque me siga persiguiendo cada cierto rato después de tantos días.

No fue una secuencia de acciones. Es casi una sola imagen. Sólo lo vi como desde una ventana, aunque a decir verdad, con la distancia y todo, se veía amenazante.

Era un florero alto, de vidrio, con la base más angosta que la abertura. Era más alto que yo, y de un vidrio grueso. Estaba lleno de agua, y ya las flores se habían ido hundiendo al morir. Parecía que las habían reemplazado pero sin limpiar las anteriores, por lo que el lado de adentro del florero estaba cubierto por una baba café que ponía el agua turbia con las flores y las hojas que se iban descomponiendo. Adentro del florero había serpientes que nadaban y que aparecían y desaparecían entre toda la flora muerta del agua. Eran enormes y se arrollaban entre ellas. Abrían la boca y mordían lo primero que encontraban. De pronto, una se volvió y me clavó la vista. Se irguió completamente en posición de ataque. Todas comenzaron a volverse y a sisear dentro del agua. La primera comenzó a golpear el vidrio y el florero comenzó a tambalearse. El agua se salía por los bordes y las gotas dejaban camino por el polvo que se acumulaba en las curvas del florero. En el suelo se formó un charco de agua podrida.

Como sabiendo que no habría podido soportar nada más allá, desperté.

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