Cuando algo pasa, se tienen que dar ciertas circunstancias especiales para que el hecho se pueda ver más o menos racionalmente. El hecho tiene que ser suficientemente cercano para que uno se tome la molestia de analizarlo, pero tiene que ser lo suficientemente lejano como para no volverse loco en el proceso.
Yo, por ejemplo, a pesar de la relación fallida, a pesar del mensaje, y a pesar de la pistola, nunca estuve convencida de que fuera un suicidio. La cucarachita mandinga lo gemía y lo lloraba, y que tan bueno siempre, cómo fue a hacer eso... Y sólo yo planteaba la posibilidad de cualquier otra cosa... Y a la hora de las horas nadie (de lo que se llama nadie) se suicida de 5 balazos.
A veces hay que tener cuidado con la verdad.
Una vez más, Carla gana. Yo creo que es un asunto hormonal, las raging hormones que, no en el rico sentido, me tienen de cabeza.
A estas horas me vengo a enterar de mis capacidades de vidente mezcladas con ese peculiar gusto por lo improbable. (Es tan improbable que hasta puede que pase.)
Lo Que No Tiene Es Remedio
Publicadas por Carla a la/s 7:09 p. m. Etiquetas: Trauma, Vida en General
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