No me gusta decirles Jacaranda, aunque la gente insista en que ese sea el nombre y no Jacarandá. Me parece que le hace falta la tilde para darle ese condimento que debería tener una palabra que designa a un árbol con flores.
Comencé a escribir esta entrada sentada en una banca frente a uno, y la comencé así como pequeña rebelión a mi dependencia tecnológica, de no poder escribir más que en teclado.
Pasó el muchacho del Datsun azul que se quedó extrañado cuando tosí. Al poco rato volvió a pasar, y una flor de Jacarandá le cayó en el techo del carro y luego cayó al suelo con el viento.
Hipnótico, verla en el concreto. Unos 15 segundos después me despertó el carro que la aplastó y se llevó una parte en una llanta, seguramente para volver a dejarla en el cemento unos 3 giros más allá.
Ahí cerré el libro y comencé a escribir una entrada que no se parece en nada a ésta. Vi hacia el frente un momento y estaba él. Se fue acercando y me saludó. Yo lo estuve viendo todo el camino pero no levanté el lápiz. Sé que escribí, aunque no sabría qué si ahora me lo preguntaran. Más tarde lo consultaré.
Verlo fue como la señal de que ya tenía que irme, alguna urgencia de que ya no quería más gente que, aunque no conozco, reconozco. Demasiadas caras desconocidas para un solo día.
Te conté ya que en las giras siempre me ponía rara, y caminaba sola, pues no es raro que lo haga sin razón, y cuando me ves así siempre sabés adónde termino. Por eso dejé de ir, para que nunca más podás encontrarme.
Pues sí, caminé sin rumbo otra vez, como en mis mejores tiempos, para encontrarme al padrecito que me condena sin conocerme tampoco, eslabón más de la cadena de desconocimientos.
Pude haber sencillamente publicado lo que escribí en mi cuaderno, pero para qué, qué público, quien ocupe ver lo que se me revuelve ahí adentro, que se tome la molestia de buscarlo... No voy yo a publicárselo.
No es apatía, lo que siento, son las ganas de darte una mala impresión a vos. Yo que canto, bailo y recito, pero que todo lo demás me sale tan humanamente feo.
A ver quién me dice de qué color era el Datsun.
|Ocupo a alguien que le avise a mi subconsciente que adonde escribí azul, debí haber escrito café, y que al pensar en azul sólo puedo pensar en campera.|
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1 comentarios:
Para mi ese árbol significa más que cualquier otro, y parte de esa importancia va sin la tilde...
Pero todos somos libres de transformar y crear algo nuevo... si para usted es importante la tilde, pues tíldelo
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