Cerebro de Ave

Supongo que cada vez me he ido especializando más y más en regalarle la trascendencia a lo intrascendente, a esas cosas que muy seguramente no tendrán sentido más que para mí.

Los pájaros. (Me siento como Seinfeld: "What's the thing with birds?")

Como sea, los pájaros. Abundan en mi casa, son familiares, conocidos. Todas las mañanas llegaba un yigüirro sin cola a la mesa, a recoger las migajitas del desayuno. Ya no llega. Además está mi pareja de tórtolas agoreras, que se manejan para aparecer en mis momentos de tristeza más profunda, como vigilando que no me mate. Está el carpintero que siempre llega al árbol muerto. El bobo que siempre llega al poyo. Cada uno es diferente.

(Sí, exacto, entrada felizmente intrascendente sobre los instintos de supervivencia de los pájaros, sin intenciones moralizantes pero con tintes de fábula al describir cada una de las actitudes y establecer como obvia la correcta para todas las especies si quieren sobrevivir.)

Los yigüirros son el ave nacional. Siempre me había preguntado por qué, y en mis ratos de observación del arte de las pequeñas cosas he encontrado que retratan muy fielmente la actitud de los ticos ante las cosas. Estuve sentada viendo el cafetal. En medio de una hojas de vástago, cayó un racimo de banano maduro. Cinco yigüirros estaban a unos 40 centímetros del racimo. Se iban acercando al banano ya abierto, y cuando dos estaban suficientemente cerca, lo que hacían era prácticamente matarse a picotazos y ninguno comía. Siempre vigilan que no venga otro yigüirro a comerse "su" comida, y mientras están en la espera de que no vengan, llega cualquier otro pájaro y se come la comida que esperaron como por cinco minutos... Y no hacen nada para impedirlo. Claro, existen los rebeldes revolucionarios, como en todo, los yigüirros fuertes que se le oponen a cualquiera... Pero son los menos, como en todas las especies.

Los zanates, bichos horribles, malos, detestables. Pero posiblemente lo digo nada más por envidia, porque tienen un sistema jerárquico claro, que funciona a la hora de comer, de atacar. Tienen clara la cohesión de grupo y rara vez se atacan los unos a los otros. Incluso físicamente desarrollaron la capacidad de caminar rápido, moviendo una pata a la vez, no caminando en brinquitos, como los demás. Se acercan y logran imponer respeto, atacan sólo cuando es de verdad necesario. Cuando la gente los asusta, se van nada más a una distancia prudencial adonde no los pueda alcanzar nada, pero se mantienen siempre relativamente cerca del objetivo. Listos, los malditos.

Las palomas. Ay, las palomas. No ruedan porque el pico no las deja, pero son una de las especies de pájaros más torpes y tontas. Pero se reproducen como si no hubiera mañana, y han tenido un gran éxito como especie. ¿Por qué? Casi ni pueden aterrizar, ni siquiera saben adónde es mejor hacerlo. ¿Pero cuál es la táctica? Encuentran la comida. Llega una. Llega otra. Otra. Otra. Comienzan a comer. Otra está cerca y vigila. Se va cerrando el grupo alrededor de la comida. Una vigila lejos. Van cambiando los puestos, pero siempre manteniendo un grupo cerrado. Son TAN tontas que luego no caben, y aterrizan unas encima de las otras, se majan las alas, se caen. Pero viven. Grandes, feas y singracia... Pero ahí están. Sobreviven felizmente. Duermen, comen, se reproducen y otra vez todo de nuevo.

Vida de pájaro, cerebro de pájaro, actitud de pájaro. Tan, tan parecidos a la vida humana, al cerebro humano, a la actitud de humano.

2 comentarios:

Carla dijo...

Pues... La intrascendencia está en que no pretende ser metáfora... En que no pretende ser más que la descripción de cómo se mueven los pájaros...

O sea, es tan intrascendente como una mañana desocupada.

A. Amador dijo...

Sencillamente me encanta! Todo todo, está genial esta entrada!