El bus en el que me monté después de haber quedado casi hasta la rodilla en agua de caño estaba completamente lleno, y no tenía ninguna ventana que no pareciera de leche por lo empañado que nadie limpiaba. Se me ocurría que debía ir por la avenida quinta, pero no me crean, no podía saber.
Nunca me dejen encerrada en una caja movible con otras 40 personas. No tolero el micromundo de un bus cuando no puedo percibir que haya algo afuera. No estaba convencida de que hubiera más allá, porque de todas maneras un bus que va saliendo de San José a las 5 de la tarde ni siquiera se mueve a excepción de unos 3 metros cada cuatro minutos.
Había sido un lindo día, pero estaba comenzando a amargarme, hasta que cambié el cassette y cuando me di cuenta había soundtrack en mi cabeza:
Luego llegué a mi casa, me bañé con agüita caliente, y luego todo mejora. Lástima que de verdad tenga tanto que hacer, de veras deplorable.
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