La Cama

Mi amor:
Querido Seb

Sebastián:

Sólo te escribo para ver cómo estás.

Hola, ¿cómo est Si volvieras, te lo juro qu

Pareciera que todo te sigue esperando, y sé por qué lo digo. Junto a la mía está tu almohada, y todavía al pie de la cama está tu libro en la página en que lo dejaste. Todavía acostado en mis piernas está Benito -¿le tenías que poner Benito?- que de vez en cuando bosteza y se me acerca descaradísimo a pasarme la lengua por el cuello.

Todo te espera. Aquí en la cama, sobre todo, te espero yo, aunque ya no sepa qué espero. Duermo hacia un lado, esperando despertarme y encontrarte en el otro, aunque lo que encuentre sea mucho frío y se suban a la cama las ganas de que me abracés. Con las ganas viene además el recuerdo de esa primera vez que me abrazaste, y cada vez que viene el recuerdo subo yo a la cama las fotos que tenemos –muy pocas para mi gusto-. Generalmente luego vuelve a subir Benito, y muevo tu libro para que no le pase nada. Estoy segura de que hay una pizca de futuro que entra por debajo de las cobijas. Se mete entre las almohadas el miedo que me da el animal que se oye afuera de la ventana. Le digo que no, pro igual entra un poco de odio por que no estés aquí. Por los lados la cama se va llenando de eso que hace que te espere, y ya casi no hay espacio para mí. Cruzo las piernas para guardar todavía un campo para vos.

Esperá. Hay algo en el pasillo. En la cama todos nos quedamos quietos, porque no podemos no pensar que podrías ser vos. Oímos algo que tiene llaves, y lo sentimos entrar al cuarto y sentarse en la cama. Lo vemos acostarse y nos cuesta un momento reconocerlo, pero cuando le vemos la cara no nos queda duda.

Disculpá entonces que te haya escrito en vano. Lo que llegó fue la esperanza de que cuando volvieras fueras el mismo. Mejor ya no volvás, entonces, porque entre Benito, los demás, él y yo, en la cama ya no quedaría espacio para vos .

Podés recoger tu libro.

Te espera,

Te ama,

Te amó,

Carmen.