Jota y Yo


Poner flores en un florero, escogerlas. Comprar cuadros y ahorrar para viajar, y tener los folletos del carro en la mesa de la bilioteca, donde están ordenados en rombos mis libros, y que mi perro (Jota) se suba a mi cama cuando voy a leer en la noche. La cama es bonita, porque escogí un lindo edredón que tiene cubrealmohadas y que además es caliente en las noches frías. Como siempre quise, algunos fines de semana le quito la hierba a mi jardín y pienso cómo irlo redecorando con agua y con piedras, y con flores que nazcan en distintos períodos del año. Comprar ropa y tenerla ordenada. Cocinar a veces por inspiración, a veces por pasos, pero experimentar. Jota me acompaña y yo le hago cariño. Jota es un zaguate (o un golden). Ir al teatro, estar al tanto de la cartelera... Y de vez en cuando ser parte de la cartelera. Ir al cine, salir a comer. Pasar un fin de semana en el norte, otro en Osa, otro en Limón. Evadirse por tiempos. Tener la ilusión de una cabaña, de una casa de playa, de algún lugar para escaparse de vez en cuando. Porque uno llega cansado del trabajo (lo de dar clases es lindo pero cansa, y ni hablar de la informática), claro que llega cansado, y no hay nada mejor que alguien que lo reciba a uno con los brazos abiertos. Lástima que fue lo único que no incluí en mi plan, y que Jota nunca me abraza porque casi siempre tiene las patas sucias.

1 comentarios:

Nacho dijo...

Pero al menos Jota te escucha y no te critica :P