¿Enojada?

Estuve tanto tiempo ahí sentada que, en caso de atentado, pasé de ser una posible víctima a ser la principal sospechosa.

Un rato pensé en portarme como la buena beata que soy y nada más publicar eso, pero seamos realistas, ya el asunto de la santidad no es un negocio bien remunerado. Fue una tarde curiosa. De hecho creo que hasta había entendido por qué la molestia del maquillaje, por qué los tacones altos, la ropa linda...

Llegué a las 4, así que me pareció más que muy normal tener que esperar un rato. Yo presentía que no iba a ser tan simple como bajar del bus y encontrarnos, pero bien lo valía y ahí estaba. ¡Momento! Llegué antes de las 4, de hecho, porque la biblioteca apenas iba a comenzar a cerrar...

¿Por qué tan temprano? No sé... Asumo que spinning counterclockwise...

El punto es que me senté en la parte de arriba de las gradas, y a pesar de todo, hasta una amiga hice. Al inicio fue delicioso nada más estar ahí sentada, como esa sensación de que ese de verdad era el lugar exacto en el que tenía que estar en ese momento, así que veía a la gente pasar, los buses, los carros, algo completamente fuera de este mundo para mí... Un never seen before...

...Tuve una conversación muy profunda con mi nueva amiga, que me dejó cuidando un libro de psicología mientras corría a hacer una llamada como de 20 minutos al otro lado de la calle. Cuando volvió me preguntó si esperaba a alguien, y ya dudándolo, le dije que sí, pero que en la de menos ahorita me iba a mi casa. Comenzamos a hablar de que hay cosas que al final valen la pena. Me escupió la frase así como así, y la tomé como un buen presagio... ¿Por qué todo el mundo ve las cosas venir y yo no?

Decidí quedarme hasta faltando un cuarto para las cinco. Estaba yo sentada, sola, vestidita y alborotada frente a la biblioteca en la que su ilustre persona me dejó. Esperé que faltaran diez minutos y caminé a la parada just in case...

Fui y tomé el bus, y entró una llamada faltando cuatro minutos para las cinco.

Me hice amiga de Johnathan el guarda de la biblioteca, de mi amiga la que dice que la edad no es importante para estudiar, y que estaba estudiando desde las dos y media, y que tenía el reloj adelantado, y que le faltaban 65 páginas, y que tenía muchos amigos psicólogos, y que me dejó a mí necesitando uno.

Luego los buses... Ah, la aventura, el thrill, la gente empujándolo a uno y oliendo a mierda a las cinco de la tarde después de todo el día de trabajar, con los mocosos también llenos de mierda recién recogidos de la guardería, y yo en el medio pensando cómo me enoja que me silben cuando no me arreglé para nada. Cuereros.

¿Y saben qué? Al final fue importante como insight, porque una vez más comprobé que la gente nada más juega de gallita cuando dice que llora de rabia... No, no, si casi lloro fue por dolida. Lo enojada me lo saco distinto.

Lo peor del caso es que quería arrancarme la santidad de una buena vez, pero tomando en cuenta que esta entrada prácticamente va a ser mi único desquite, me queda un extraño sabor de boca, y me parece más bien pequeña...

¿Enojada? Nah... just bummed.