A veces nos separamos por un tiempo, y luego volvemos a unirnos. Ayer se dio la ruptura definitiva. Fue un sueño sin ropa en un tablero de ajedrez. Salió y me fue dejando sin fuerza; me empujó contra el rey negro y yo me fui haciendo parte de la pieza... Sin ropa y todo, como estaba, salió corriendo con el pelo que nunca se ha cortado y que le llega casi a las rodillas. No sé por qué esperaba que se volteara, después de todo lo que hemos pasado. Ni eso. Cuando ya ni siquiera podía ver adónde estaba, todavía oía la risa loca de caballo sin albarda...
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