Subí un momento a la calle principal para ver pasar la antorcha de la independencia. Estuve esperando una media hora en la casa de mis tías abuelas (que he de confesar que con la madera y lo antiguo de noche me sigue dando bastante miedo), hasta que finalmente, en medio de un caos vial que posiblemente sólo conozca igual en alguna autopista al infierno, pasó la mentada antorcha, llevada por unos cuantos chiquillos subalimentados a pasito poco patriótico.
A pesar de que la gente casi mataba a los mocosos de la antorcha para pasar, a pesar de que no vi ni una sola bandera, a pesar de que para la gente era lo mismo la antorcha que un entierro, a pesar de que no resultaba nada para nadie, por un mínimo momento quise imaginarme el 14 de setiembre de 1821 a esa misma hora, aquí en Costa Rica, donde en ese momento estaría pasando... absolutamente nada.
Hace tres minutos y medio me gané tres millones de dólares en la lotería, pero no me van a comunicar nada hasta dentro de un mes. Para todos los efectos, y ya que esto es sólo entre nosotros, yo no me he ganado la lotería.
Celebrar el 15 de setiembre es celebrar una fecha casi al azar en Costa Rica. ¿Por qué la antorcha un catorce? Si quisieran acercarse un poco más a la realidad deberían hacer que la antorcha llegara hasta octubre, y nada más celebrar el secretillo compartido que ahora sabemos sobre el 15 de setiembre.
Con el friíto de la noche, con unas cuantas banderas, estuve cerca de decir que me sentía orgullosa de ser tica. Pero no puedo sentirme orgullosa de las cosas que no he elegido o de las que no he formado parte. No escogí nacer en Costa Rica. No escogí ser mujer. Ni siquiera escogí a mi familia. No es orgullo lo que siento. Nada más así con el país como con la familia uno defiende lo propio, pone el granito de arena en lo que le sea posible. Uno se alegra de un hermano graduado, por el tío que cumple años, y por todo lo que sea sagrado en el concepto de Patria, uno por lo menos celebra la existencia de su país cuando cumple años.
Tengo decisiones que tomar al respecto.
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2 comentarios:
Pues yo casi mato a todos lo "chiquitos", mejor dicho pequeños demonios, de la escuela que queda frente a mi casa, no me dejaron estudiar porque ellos creían estar tocando bien para la bendita banda que suena a diablos y después los pitos y madrazos porque hicieron el desfile de faroles en una calle principal...
en serio, los odio
Me gustó mucho el post. Tenes razón. Casualmente hablaba de ese tema hace unos días con mi hermano. Lo comparaba con que hubiera sido tuanis ser argentino, y que decir eso no tenía nada de antipatriótico. Es como decir: me hubiera gustado ser más alto, o menos gordo, o no sé... tener ojos verdes.
Ya que estamos acá, defendemos lo nuestro. Qué hubiera cambiado si siguieramos siendo españoles? Ahorita seguro hasta tendríamos libre acceso a la Comunidad Europea y sería lo máximo en ese sentido. En qué radica exactamente la autodeterminación de los pueblos? Para qué quiero ser Costa Rica y no un estado de la Republica Confederada Centroamericana o más bien que fueramos del Principado de San José?
En realidad pues se es lo que se es y ya está, supongo. A qué se pertenece depende de la conveniencia. En aquel entonces estabamos demasiado abandonados a nuestra suerte, entonces mejor valgámonos por nosotros mismos y seamos Costa Rica...
Hoy en día?
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