Nuit II

Había que remediarlo. Tanto que ayer mismo en la noche, pasando de una casa a otra, frené un momento y fui a la hamaca.

Primero me senté, no muy cómoda con el ambiente de la noche. Hacía un frío peculiar. Porque el frío que siento en la hamaca generalmente es por el viento, y de hecho me gusta ver cómo se mueven las hojas de los árboles, que para esta época del año son rojas. Pero no. Hacía un frío quieto, porque no soplaba el viento. Nada se movía.

Sólo me llegaba la luz de un poste en la calle... Amarilla, falsa... Que por un momento pensé que me echaba a perder mi escena... Y luego decidí poner abajo y aceptar que sin esa luz no me habría quedado.

Toqué el zacate con el pie descalzo y ya estaba lleno de rocío. Puse los dos pies y di unos cuantos pasos aun con las ramitas y las hojas.

Volví a la hamaca y me fui acostando poco a poco. No me sentía confiada como me siento de día... Sentía que de cualquier lado me podían estar viendo... O de todos. Al inicio estaba completamente tensa. Fue hasta después que primero por las piernas, los brazos, el cuello, me quedé ahí a merced del frío.

Entre los árboles de la propiedad de a la par, creí que había oído algo que se había movido, y mi valentía no dio para tanto. Casi corriendo fui a tocar la puerta.

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