Grinchy

En vacaciones dormir en mi casa es todo un acontecimiento. Es casi refrescante volver a entrar a mi cuarto, cerrar la puerta, comenzar a hacer cualquier cosa y luego comenzar a oír la respiración de Tigre haciendo fila afuera de mi puerta. Le abro y ya ni siquiera le tengo que decir nada… Ya todo lo tenemos pactado.

Camina revoleando el rabo hasta la cabecera de mi cama (por la izquierda). Pone las dos patitas delanteras en el borde de la cama y me vuelve a ver con los ojitos redondos redondos . Yo le empujo una de las patitas de atrás para que pueda terminar de subir, y una vez arriba se enrosca en mi oso, o en mis cobijas.

Hoy, en particular, está exhausto y trasnochado por la fiesta de ayer, así que no lleva ni tres minutos y ya está roncando (mi guapo cuando está muy cansado, ronca). A veces me muevo y está consumido completamente en las cobijas y me vuelve a ver con los ojos chinos…

Hoy ha sido un día curioso. Me desperté a las 10 de la mañana, cosa tremendamente inusual… Incluso el primero de enero, cuando me he acostado en la madrugada me despierto más temprano, pero la verdad es que venía arrastrando un cansancio terrible desde hace bastantes días.

Posiblemente este año hice demasiada bulla desde setiembre con el asunto de la navidad, al punto de que Stephan justamente hoy me estaba preguntando que qué había pasado con mis cuernos de reno, y mi gorro de santa, y toda la otra indumentaria… Y a la hora de llegada la navidad no fue ni la mitad de lo que esperaba

… No abrimos los regalos desde la mañana. Entiendo las razones, pero eso fue algo importante, que me mató bastante la ilusión. De hecho fueron varios factores. Hasta en la fiesta estaba más en otro mundo que en este… Y se notó. Hizo falta que yo estuviera feliz. Además tenía mucho frío, aunque eso no tenga que ver con la ilusión navideña.

Ayer no fui a dejar los regalos de las tías. Casi ni me involucré con los preparativos de la fiesta… Pero de eso espero reivindicarme el 31. Planeo hacer carnaval, y demás, aunque voy a tener que inventar algo para sustituir el confeti, que me prohibieron.

Ya Tigre se quiere bajar de la cama. Tiene calor. Ya caminó hasta el final y se sentó. Tiene miedo de bajar. Voy a ir a ayudarlo… Bueno, iba a ayudarlo pero se bajó solo y se arrolló en mis cortinas. Parece una virgen peluda.

Como sea, el factor Santa Claus creo que tuvo bastante que ver con mi pérdida de interés en la navidad… Murió la fantasía.

Y se va la ingenuidad… El conocimiento y el entendimiento cuestan caro, y es eso lo que saca las arrugas de la frente… Por eso uno aprende a amargarse. Casi lo necesita. Hay que preocuparse. Hay que entender, y en la mayoría de los casos hay que indignarse, o enfrentarse, u odiar.

Ayer me llovieron mensajes de gente que no me importa en absoluto, salidos de la pura hipocresía de personas que podrían no existir sin que me hiciera la menor mella. Por otra parte, eso sí, hubo mensajes que sí me hicieron gracia. Por ejemplo, Cristina me llamó, el de Esteban de verdad me llegó, y así muchos otros…

Pero si hay otra cosa que me enferma son los manufactureros de mensajes al por mayor, los que ya me habían hablado pero que tenían que además mandarme el mensaje que le mandan a los otros 47 de la lista, porque ni se tomaron la molestia de ver a quién ya le habían deseado la muy feliz navidad…

Ha sido una navidad bastante nostálgica, por el aguacero éste que se me metió de haberme equivocado en la búsqueda y por lo tanto haber encontrado lo que no debía haber encontrado.

A veces me veo cuando pasan los años completamente sola, a veces me veo con alguien (eso sí, no puedo imaginarme con quién, no me atrevo a intentarlo)… Pero procuro imaginarme un futuro feliz, aunque a veces me traicione mi fibra realista.

Bueno, de la navidad rescato que me sigue encantado todo lo que involucra la familia unida, la decoración… Ese aire que flota que de verdad hace que el tiempo sea distinto. Estoy segura de que no es nada más el verano y de que no son nada más los alisios. Hay algo que cambia, aunque sea psicológico, y he ahí la magia… He ahí por qué no es nada más una locura… Porque es una locura compartida. Por eso los locos son los que no presentan los síntomas. La magia y la aceptación de lo común. Por lo mismo que los ombligos son un fetiche re-popular y no una cicatriz horrible de una ex sonda de alimentación.

A esta navidad además le quedé debiendo un poco de solidaridad. Ni siquiera compré tico bingo, aunque sea tal vez la manera más pinche de ayudar. Sé que está escaseando la sangre en los bancos, así que prometo pronto ir a donar, aunque no pueda en estos próximos días. Sé que el fin de año deja los bancos vacíos, así que en los primeros días de enero me verán donando.

Ah, y podrían no creerme, y tendrían todo el derecho a no hacerlo por mi tinte capitalista y consumista, pero no podrían importarme menos los regalos. No hay nada que me sea indispensable que me puedan dar, o que necesite que me den. Se agradecen, y se agradecen mucho… Pero no dejaría de ser navidad para mí sin regalos. Han llegado a ser algo tan poco importante. Me dieron de todo. Tengo ropa, zapatos, libros, perfumes, jabones, chocolates… Y nada me llena. Perdón si ofendo a alguien. De verdad me gustan, pero no me siento llena.

Me siento llena regalando, la verdad… ¡Pero tantas reacciones a mis regalos han sido tan frías, tan poco importantes! De hecho veo que mis regalos fueron injustos. A gente que merecía más le di menos (mea culpa), y a gente que merecía mucho menos le di más de lo que debía (mega mea culpa).

Ah, y el día de hoy fue un torbellino de nada… No sé cómo el tiempo se atreve a jugar estos juegos tan sucios. Que nadie me diga que hoy no es domingo… Y que nadie me niegue que cuando el reloj marcaba la una de la tarde era nada más para no darme la razón con que eran las 9 de la mañana.

Vi la versión de 1928 de A Christmas Carol… Y me jode confesarlo pero una que otra lagrimilla me sacaron ciertas verdades que me hizo ver… Como haber comentado con Arabela el síndrome NST y el hecho de que vamos a terminar como las señoras locas de la esquina. Ella con gatos y yo con perros.

Me gusta ver a la otra gente en navidad… Sobre todo los 25, que no tengo nada que hacer… Y eso me confirma que el mundo navideño sigue aunque sea sin mí… El año pasado fue como la primera vez que veía más de cerca una navidad ajena; la de Mario, de hecho. Me llamó tanto la atención el almuerzo, los regalos el 25 en vez del 24… No sé, cada familia tiene sus ritos extraños… (Ojo, extraños y pueden ser lo más normal del mundo)… En cambio este año *yawn* vegeté todo el santo día…

Como a la una de la tarde (el reloj no me iba a engañar marcando las 5) andaba yo colocha y loca, en pijamas y con una tira en la nariz… En medias, hecha una completa desgracia y con una cara de recién despertada que no podía con ella…

Como sea, necesitaba este recuento de la navidad de este año… Era un auto psicoanálisis que ya me hacía falta.

Ya Tigre se fue. Sigo bastante cansada, sobre todo porque toda la noche soñé muchísimas cosas muy locas que no pienso referir.

Hay tanta gente a la que extraño… No, de hecho sólo hay dos personas que se me vienen a la mente cuando escribo esto. Una sé que lo va a leer y que no va a saber a quién me refiero… Otra persona lo va a leer desde el anonimato/ desaparición que escogió… Y nada más creí que ya que es navidad debía decírselo.

Propósito navideño pendiente: Mantener el sentimiento de desprendimiento, de alegría y de expectativa de la navidad a lo largo del año. Comportarme cada día como si fuera 24 en la mañana. No éste, eso sí.

Como dice la canción: “Feliz navidad sangrienta te desea mi corazón en venta.”

2 comentarios:

Oscar dijo...

x lo menos no estoy solo XD

Anónimo dijo...

al ver todo lo que escribes no cabe duda de que esta es tu epoca preferida, me alegera mucho el que creo que la estas disfrutando,eso es bueno. aun quedan muchas vacaciones por disfrutar jajaja.......
chao