"...Porque ya he visto mi muerte, estuve ahí y me tomé el tiempo de llorarla, y no lloré por mí, sino por aquellos a los que ya no podía consolar. Caminé solo por todos los tiempos, paseé por todas esas tierras por las que ya no me sería dado vivir. Caminé sin rumbo -en la muerte no existen puntos cardinales- hasta que un buen día pude encontrarla. Lloraba, y lloraba por mí, y yo ya nunca iba a poder decirle que ni quería ni merecía esas lágrimas. Todo paró. Abrí los ojos. Ella estaba a mi lado. Me senté con cuidado y con la paz que sólo tienen los que saben que no son eternos, los que saben que ese momento no se repetirá nunca, que tienen que vivirlo hasta lo más profundo, esa paz con la que huelen y sienten todo lo que encuentran en su camino. Vi las cosas como nunca antes, las gotas de lluvia caer y saltar convertidas en cien gotas más, me senté a esperar que las flores se abrieran, sentí el sol, el mar, sus manos, sus besos. Pero no por mucho. Al poco tiempo desperté del sueño, y volví a mi muerte... Pero ese sueño de vida fue mejor que cualquier eternidad..."
En fin, hoy llovió. Día dedicado a convalecer y a catch up...
Ayer tuve uno de esos sueños curiosos. Me sentía muerta de sed, de eso que ya sentís que cuesta tragar. Fui al tubo de la cocina y lo abrí. Como es lógico, apenas vi el agua salir, sentí todavía más sed, pero ya para ese momento uno se siente aliviado porque sabe que es nada más asunto de llevarse el vaso a la boca.
El punto es que puse el vaso debajo del tubo y quedó lleno de hojas, como si, no sé, hubieran caído de un árbol a la par. Lo vacié. Dejé que el agua se fuera y lo puse otra vez a llenar. El agua que en el chorro se veía limpia se ensuciaba cuando entraba al vaso. Quedó lleno de ramitas y hojas secas. Así seguí llenando el vaso pero siempre quedaba sucio. A veces quedaba lleno de hormigas, a veces nada más era un solo bicho grande y muerto flotando en el medio, pero nunca estaba limpio. Vaciaba el agua y ya me iba desesperando, y la sed aumentaba...
Y luego se acabó el sueño.
Me levanté a tomar agua, como tres vasos. Qué afortunada me sentí.
...Y no puedo evitar preguntarme adónde estarás...
Agua que no has de beber...
Publicadas por Carla a la/s 2:02 p. m. Etiquetas: Pequeños Monstruitos, Sueños
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