No, no es el mejor día de mi vida, pero he procurado tomarlo con calma. Me bañé largo y tendido con agua tibia, me dejé el pelo suelto y, iPod en mano, me fui a echar un rato al sol.
Desde chiquitita me he ido a sentar a la cuestita que está al frente de la cochera de mis abuelitos, donde, aunque hay árboles, siempre hay sol. Estaba pensando (pensando es mucho decir, tal vez mejor decir divagando) sobre lo humano y lo divino cuando oí un ruido pequeño sobre una de las ramas de los árboles. Mi abuelito siempre me ha enseñado los nombres de los pájaros, y pude ver pocos del dicho pájaro. Cuando le vi el color, pensé en un yigüirro, cuando le vi la cola, pensé en una oropéndola, cuando le vi el pecho pensé en una urraca, pero apenas voló un poco y se puso más cerca, pude compobar que era un pájaro que nunca había visto en mi vida. Era simple pero adorable.
Tenía las plumas café, un poco difuminadas en el pecho y en la cabeza, un pico relativamentelargo, la cola de color café oscuro atravesada por unas franjas gruesas blancas y los ojillos pequeños y concentrados. Balanceaba la cabeza a poquitos, cambiando de dirección y examinándome como para ver que no le iba a hacer daño, brincaba de rama en rama y ladeaba la cabeza clavándome los ojillos...
Irrelevante para muchos, ya sé, y sé específicamente para quienes, pero el bendito pajarito hizo mi día feliz... hay muchas cosas que vale la pena ver...
En fin... pienso disfrutar mis últimas 24 horas como niña al máximo...
Saurothera Longirostris
Publicadas por Carla a la/s 10:38 a. m. Etiquetas: Bitter, Pequeños Monstruitos, Recuerdos, Vida en General
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1 comentarios:
como dijo Oscar Wilde, y retomado por Bunbury en una de sus canciones... Las cosas mas triviales se vuelven fundamentales.
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