Tenía un corazón muy grande; nada más se hería más frecuentemente que la mayoría. Muchos lo tildaron de violento, raro, y hasta de loco.La pura verdad es que sus métodos nada más no eran los más convencionales. No todo lo cura la naranja amarga, y a pesar de que el Tarot raras veces es acertado, no dudaba en prestar sus servicios cada vez que las malas vibras acecharan.
Frecuentemente amenazó con irse de la casa. Agarraba la bolsa vacía y se iba a abrir el portón. Aunque era lógico que no podía irse sin más que la bolsa, ella se colgaba del brazo y le rogaba que se quedara. Lloraba hasta que volviera a poner los dos pies del lado de adentro, y eso sólo pasaba cuando ella ya había prometido que iba a cambiar y que nunca más iba a pasar... Pero claro, ella era muy niña como para notarlo.
Muchas veces ella se quedó del lado de afuera de la casa, sin llaves ni sombrilla bajo la lluvia, y él le juró mil veces que la próxima vez que pasara se iba a quedar afuera para siempre, y pasaba una y otra vez. Se quedaba en la acera, y esperaba hasta que él cruzaba la calle y le abría la puerta. La amenazaba eternamente con la puerta cerrada, pero ya para las últimas veces que estuvo a punto de pasar, él estaba extrañamente cerca de la puerta para abrirla antes de que ella acercara la llave al cerrojo. (O que no la acercara.)
Fui hasta la pila y llené el vaso con agua. Lo tomé despacio, e igual que antes, una gota cayó despacio en el piso. Estaba por regresar, bajando las gradas. En la segunda grada comienza a verse el cuarto, la cama. Conozco esas gradas como la palma de mi mano, y sé lo que voy a ver con cada movimiento. A la primera grada paré y me volteé. Cerré los ojos y sencillamente me quedé recostada contra la pared. ¿Cómo caminar? Me quedé ahí porque por un momento, por un pequeño momento sentí que te iba a encontrar al siguiente paso, y no quería despertar sólo para ver que no era cierto.
.:.:.:.
Muy bien, muchachos, muy bien... Examen de mate: Salvado. Una vez más me doy asco. Gracias, mundo, restregámelo en la cara, no importa.
.:.:.:.
me jode confesarlo
pero la vida es también un bandoneón
hay quien sostiene que lo toca dios
pero yo estoy seguro que es troilo
ya que dios apenas toca el arpa
y mal
fuere quien fuere lo cierto es
que nos estira en un solo ademán purísimo
y luego nos reduce de a poco a casi nada
y claro nos arranca confesiones
quejas que son clamores
vértebras de alegría
esperanzas que vuelven
como los hijos pródigos
y sobre todo como los estribillos
porque lo cierto es que hoy en día
pocos
quieren ser tango
la natural tendencia
es a ser rumba o mambo o chachachá
o merengue o bolero o tal vez casino
en último caso valsecito o milonga
pasodoble jamás
pero cuando dios o pichuco o quien sea
toma entre sus manos la vida bandoneón
y le sugiere que llore o regocije
uno siente el tremendo decoro de ser tango
y se deja cantar y ni se acuerda
que allá espera
el estuche.
Bandoneón, de Mario Benedetti.
Y no es nada. A mí me jode mucho haberme encontrado este poema...
Justamente hoy.
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